Si te dicen que no puedes es mentira. Diario de una bailarina de danza del vientre

Entre apuntes, conferencias y millones de artículos he ido a parar con una conferencia del Profesor Dr. Antonio Gómez. Y su conferencia me ha recordado tanto a toda mi vida en sí...
Mi carrera profesional se centra, hoy por hoy, tras la pandemia del COVID 19, en la enseñanza de Geografía e Historia. Qué gran ironía, yo profesora de Geografía e Historia. La Historia se me hacía pesada y tediosa, mi profesora utilizaba, y ni eso, el método expositivo en el que no mostraba ni una mueca en su cara en la que yo pudiera adivinar que algo interesante iba a acontecer. Yo estudiada tan rápido como olvidaba, y a día de hoy, no entiendo como aprobé. Con los años viajé a muchos países y aprendí Historia y Geografía con un auténtico trabajo de campo real y aplicado a mi vida. Me apasionaba conocer culturas y la vida e historia de los países. Pero nunca lo estudié... Entonces, ¿cómo llegué a ser profesora de Historia y Geografía? De casualidad.
Caí en la carrera de Trabajo Social, porque mi amiga se matriculó. Terminé la carrera y rápidamente encontré trabajo de educadora social. No existía en aquella época la carrera de Educación Social y "reclutaban a trabajadores sociales" para hacer su trabajo, además, yo sabía árabe y era joven, así que era ideal para este trabajo en una casa de acogida de niños marroquíes.
Tras dos días trabajando y llorando de pena al ver las condiciones en la que los pobres niños venían y huían de la miseria, decidí dejar el trabajo para ceder mi espacio a alguien que tuviera más carisma que yo. Ya trabajaba como profesora y bailarina de danza oriental todos los fines de semana y quise apostar por mi carrera profesional artística.

Actuaciones por pueblos de Danza Oriental

Bien, había fracasado como educadora social. Tantas noches sacrificadas para nada. Me amparé en la danza. Y de nuevo, me da la risa. Tras dejar mi trabajo, decido dedicarme a la danza oriental, y eso me supone más de 7 horas diarias, coreografías y espectáculos todos los fines de semana. Soy atlética, puedo aguantar físicamente, pero confieso que mentalmente no tanto. La vida de bailarina profesional, profesional, de verdad de danza oriental no es para nada fácil (impuestos, cuotas, facturas, marketing, desgaste físico...). Y la risa no me desaparece al echar la vista atrás y volver a ubicarme en los años que estudiaba bachillerato. Recuerdo de nuevo el colegio..., me encantaba la educación física, siempre era la primera en las carreras, en abdominales y sobre todo en reír tímidamente y soñar. Tengo mucho sentido del humor, así que en cuanto alguien me hacía reír me costaba parar. Recuerdo como si fuera ayer cómo suspendí educación física, todos los años tenía mis sobresalientes que con tanta ilusión trabajaba, pero parece que ese curso no iba a tener la misma suerte. En mitad de una clase mi amiga me hizo una mueca, un comentario o un no  qué y yo sonreí, parece que a la profesora, que no sé cómo lo vio, no le hizo gracia y me dejó para recuperar en junio la asignatura, siempre abogo por el respeto por el profesor y me parece muy importante que se imparta la importancia que se le debe tener, pero esto no tenía nada que ver con eso. Qué bonita manera de evaluar la educación física, suspender a alguien por reír (ni eso; quien me conoce sabe que soy muy respetuosa y nunca antes había dado lugar a un comportamiento así, en fin, evaluación por sonreír), sobre todo, en esos años tan importantes de auto convencimiento, que tan malo es desvalijarle a alguien la valía y autoestima de decidir que era buena en eso y poder elegir una profesión que fuera acorde. Entiendo que hay que ser seria y trabajar el respeto al profesor, pero en ningún momento. En fin, ojalá pudiera hablar conmigo misma y poder decirme: Si te dicen que no puedes es mentira... Pero ya era demasiado tarde, y el año siguiente ya estaba matriculada en la EUTS de la Universidad de Granada, con la carrera de Trabajo Social y no educación física.

Tras terminar Trabajo Social, mi inquietud cultural hizo que me matriculara en el segundo ciclo de Antropología Social y Cultural, entre medias pude sacarme un curso de Filología árabe que era mi pasión. Continué como pude con la danza, estudios y familia. De ahí pude enlazarme, debido a una pandemia mundial, con el mundo de la Historia y Geografía gracias mi Máster de Educación al cual tenía acceso desde mi carrera.
Y sé que he dado un salgo importante en el tiempo, pero quiero ubicarme en lo que he estudiado hoy en mi Máster de Educación Secundaria: la última actividad del máster era elaborar una reflexión sobre la importancia de enseñar el paisaje en secundaria, pero tras escuchar las conferencias del profesor y unas lecturas, concretamente las del profesor Dr. Antonio Gómez donde hace hincapié en la importancia de saber enseñar, me doy cuenta de que hay tantos docentes que saben la materia, pero que no pueden enseñar, y, "amigo mío", es tan importante saber transmitir. Para ser profesor no solo tienes que saber la materia, debes motivar, empatizar y saber transmitir. Lección más que sabida tras mis más de 20 años dando clases de danza oriental. A mí me quitaron la motivación y lo que es peor no supieron enseñarme. Que no cunda el pánico, solo fueron en dos asignaturas: Educación física e Historia y Geografía. Tuve la suerte de tener grandes maestros de latín y griego, Literatura, Lengua, Historia del Arte...
Su conferencia (la del profesor Dr. Antonio Gómez) está llena de sabiduría, solo sus gestos muestran maestría, pero recuerda cuando suspendió latín y como su profesora le ayudo y guió para saber descodificar la declinación. ¡Cuánto me he sentido identificada! Él ahora recuerda y empatiza y recuerda cuando era alumno, y partiendo de esos recuerdos quiere dar soluciones ahora como profesor.
Cuando este año he dado clases en prácticas, me he puesto en la piel de cada uno de los alumnos, he empatizado, los he comprendido, cada uno tenía su personalidad, su valía. Unos interrumpen más (eso con las alumnas no adolescentes pasa también muy, pero que muy a menudo), otros les cuesta hablar, otros concentrarse... . Un profesor no puede impartir clases sin ponerse en los zapatos de cada unos de los alumnos. Y no juzgue, porque si qué se pueden conseguir y alcanzar los sueños, pero es importante encontrar el método y la manera. Antes de dedicarse a ser maestro, piénselo.

Así que "seños". Aquí estoy de profesora de Danza y de Historia y Geografía.

Mis clases en el Centro de Actividades Deportivas de la Universidad de Granada.

Sobre mí: www.helenarull.com








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